Teorías de aprendizaje

Este es un post que hace un año no me habría imaginado. Con la excusa de la pos-graduación que estoy haciendo, he terminado leyendo nuevamente muchas cosas sobre teorías de aprendizaje, un tema que uno supone que ya tiene aprendido, pero sobre el cual queda mucha tela por cortar.

Decidí entonces hacer una pequeña serie de posts sobre las corrientes de teorías de aprendizaje más populares (conductismo, cognitivismo y constructivismo), para empatar con un tema emergente (conectivismo). La idea no es repetir aquí lo que dice la teoría, sino reflexionar sobre el sentido de cada teoría, hasta qué punto es observable en nuestro entorno diario y qué tan útil resulta en realidad.

En ese sentido, me sigue desde hace algún tiempo la duda de para qué nos sirve una teoría, al menos en este campo. También con la excusa de la pos-graduación, estoy leyendo a Kuhn y a Popper, y es sencillamente fascinante percibir (como no lo había hecho antes) cómo funciona internamente la institución que en abstracto llamamos ciencia, y confrontarla con los imaginarios que tenemos al respecto.

Entonces, ¿qué es una teoría? Parece que esto depende del tipo de ciencia de la que estemos hablando. En ciencias naturales, puede decirse que una teoría es una explicación teórica que da cuenta de fenómenos observables en el mundo (esto, sin entrar en el detalle de la discusión sobre objetivismo y subjetivismo). No obstante, como se encuentra una y otra vez en Kuhn y en las palabras de innumerables científicos de muy alto nivel, una teoría no es la verdad revelada. Es simplemente la mejor explicación con la que se cuenta para explicar ciertos fenómenos del mundo, construida a partir de la identificación de reglas generales que permiten realizar predicciones (tanto de fenómenos como de observaciones) que ayudan a confirmar o no sus postulados.

Así, una teoría no da cuenta necesariamente de todos los fenómenos existentes, y de hecho se encarga progresivamente de definir cuáles son los tipos de fenómenos de los que da cuenta y cuáles son las áreas en las que tiene sentido investigar. Por esa razón, algunos fenómenos a los que miramos con cierta desconfianza, como por ejemplo los paranormales, no son explicables según el paradigma científico actual. ¿Eso significa que tales fenómenos son "verdaderos" o "falsos"? Lo cierto es que hacen parte de la experiencia de vida de muchas personas alrededor del planeta y que, al final, no sería "científico" clasificar estos fenómenos como simples "ilusiones", pues puede ser que simplemente no contemos aún con los instrumentos necesarios para comprenderlos (obviamente, sería necesario discutir si la comprensión significa necesariamente abstracción matemática y medición cuantitativa).

¿Suena demasiado místico? Hace 200 años, la idea de la anti materia o del Big Bang, o sugerir que el ADN era la materia fundamental para reproducir la información genética habría sonado bastante extraño. Por otro lado, hace tan sólo treinta años era imposible (por razones prácticas) mapear el ADN humano, y apenas con el inminente lanzamiento en este mes del Large Hadron Collider de CERN, se espera que sea posible verificar la existencia de ciertas partículas predichas en los modelos teóricos pero que no han sido observadas aún.

El punto es que, de acuerdo con lo que algunos señalan como el verdadero espíritu científico (que yo prefiero llamar actitud científica), en realidad no contamos con certeza alguna respecto al mundo. Sin embargo, la explosión de aplicaciones prácticas de las teorías en las cuales se basan las ciencias naturales (es decir, todos los aparatos electrónicos, facilidades sanitarias y médicas, etc.), parecen sugerirnos que estamos ante un conjunto de teorías que no solo explican el mundo, sino que nos permiten manipularlo de una manera que durante toda nuestra historia fue imposible. Para entender que esto, que suena muy bien, no es necesariamente favorable, basta pensar en el cambio climático (aunque, para ser completamente justos, las conclusiones que nos han llevado a pensar que tenemos un cambio climático están basadas en supuestos teóricos que podrían estar equivocados...).

Por otro lado, tenemos a las ciencias sociales, en las cuales no estoy seguro que se encuentre la educación (aunque esa es una reflexión para otro post... si la educación es una ciencia, cuál es en realidad su objeto de estudio? El acto mismo de enseñar -considerando que algunos llaman ciencia a la pedagogía-? Es ese un fenómeno válido en sí mismo, considerando que responde a intereses políticos e ideológicos específicos?). En todo caso, mi impresión actual es que las ciencias sociales tienen un alto valor descriptivo y explicativo de los fenómenos humanos, pero a priori parecieran tener unas aplicaciones prácticas más limitadas (o será mejor menos visibles?) que las de las ciencias naturales (si excluimos a la gente que trabaja en comportamiento del consumidor...).

Ahora, ¿qué es una teoría en ciencias sociales? Debido a la complejidad inherente a los fenómenos humanos que estudian, en muchas áreas existen en realidad múltiples teorías para explicar diversos hechos observables. Lo cual nos pondría en una situación aún más compleja que la de las ciencias naturales. ¿Es decir? Uno puede ser ajeno a las teorías concernientes a la electricidad, pero un claro efecto de su validez es que una parte importante de la población cuenta con energía eléctrica en sus hogares. En consecuencia, terminamos percibiendo estas teorías como más "ciertas" (y en cierto nivel, me atrevería a decir, como leyes y verdades incuestionables, dogmáticas). En el otro extremo, la diversidad de grupos humanos dificulta la identificación de teorías generalizables en el sentido en el que las entienden las ciencias naturales.

Para aterrizar finalmente en un tema más cercano, miremos las teorías de aprendizaje, en las que se basan en buena medida muchos de nuestros enfoques, técnicas y modelos pedagógicos. Los tres grupos más fuertes en competencia son el conductismo, el cognitivismo y el constructivismo, y la aparición reciente por parte del conectivismo.

¿Por qué en competencia? Puede ser un problema mío, pero cuando escuché y aprendí por primera vez sobre estas teorías, quedé con la sensación de que el constructivismo era "mejor" que el conductismo. De hecho, encontré con curiosidad que un insulto frecuente en temas educativos era llamar al otro "conductista" (tal vez sólo me ocurrió a mi, y sería muy interesante saber si otros quedaron con esta impresión). Así que todos quienes estábamos involucrados en asuntos de diseño de ambientes educativos, de corazón nos declarábamos constructivistas. Es claro a este momento qué teoria va ganando la "competencia".

Pero, un momento, ¿no se suponía que una teoría servía para describir un fenómeno, y es su naturaleza tomar en cuenta la evidencia observable y ajustar su cuerpo teórico de acuerdo a la misma? Dado que estamos hablando de aprendizaje, ¿puede un humano aprender exclusivamente según los postulados de las teorías conductistas, cognitivistas o constructivistas? Y cuidado, aquí estoy hablando de cómo aprendemos, no de cómo una persona le debería enseñar a otra.

Para responder a tal pregunta, me tomo a mi mismo como sujeto de verificación. Me guste o no, buena parte de mi vida está ligada a elementos completamente conductistas (estímulos y respuestas). Obviamente, no me gusta decirlo en público, porque es vergonzoso que otros piensen que no soy tan racional como debería serlo. Pero no soy sólo yo. Hay un libro reciente de Dan Ariely titulado Predictably Irrational (por cierto, creo que la versión en español de este libro se titula Las trampas del deseo, lo cual es suficiente para que uno decida no leerlo... Ojalá alguien le haga un reclamo a este traductor tan creativo...), que muestra de manera bastante evidente cómo muchas de las acciones que realizamos día a día no tienen un verdadero sustento racional. Por ejemplo, ¿qué lo lleva a usted a vestirse de una manera y no de otra? Probablemente, una respuesta que aparecerá rápidamente es aceptación en determinado entorno social. Y es fácil argumentar que la aceptación (refuerzo positivo) o no aceptación (refuerzo negativo), inciden en mis hábitos de vestuario (comportamiento). Lo mismo aplica cuando intento aprender a tocar guitarra (comportamiento), y corrijo lo que hago en función de si suena bien (refuerzo positivo) o no (refuerzo negativo). Así que el aprendizaje mediante estímulo y respuesta sí tiene que ver con la forma en la que yo aprendo.

Ahora, el cognitivismo. Aquí los procesos de funcionamiento de la memoria humana (y en general, del cerebro) son importantes, así como los modelos de procesamiento de información. ¿Qué tiene esto que ver conmigo como persona? Um, bueno, es cierto que, en la medida en que tengo memoria, de alguna manera puedo almacenar y recuperar esa información. Así que hay algo de cierto allí. También es cierto que hay algunas cosas que recuerdo mejor que otras, así que saber de qué depende esto es información útil. En ese sentido, la teoría hace parte integral de mi experiencia vital, así que también parece ser cierta.

Por último, el constructivismo. La gran frase aquí es que "el aprendizaje involucra construir sobre el propio conocimiento, a partir de las experiencias propias", mediante procesos de asimilación y acomodación. Construimos significado a partir de las estructuras de conocimiento que tenemos en un momento dado. De nuevo, ¿qué tiene que ver eso conmigo como persona? En lo personal, siempre me ha gustado resolver problemas (además, tengo formación de ingeniero!). Para poder hacerlo, es evidente para mí que hay un alto grado de experimentación, mediante el cual aprendo qué funciona y qué no. Adicionalmente, es claro para mi que lo que yo sé es claramente mio (está dentro de mi cabeza, por así decirlo), y que se ha hecho progresivamente más complejo a lo largo de mi vida.

¿Entonces? Ninguna de estas teorías explica por sí sola lo que significa aprender para mí como persona. Pero entre todas, me ayudan a entender mi propio proceso, independiente de un profesor o de un sistema escolar. Si es así, ¿por qué recuerdo haberme encontrado con constructivistas radicales, y por qué el llamar a alguien conductista empezó a tomar connotaciones peyorativas?

Ahora, vale la pena decir que hay cosas que estas teorías no abordan, como bien lo sugiere George Siemens en su artículo sobre conectivismo (por cierto, qué bueno que haya más personas "subiéndose al bus" del conectivismo después de varios años). ¿En realidad tengo que experimentar todo para poder considerarlo aprendizaje? En lo personal, recuerdo haber acudido innumerables veces a aprendizaje registrado por otras personas en medios escritos para resolver problemas o para entender fenómenos. Así que no siento que sea así para mi. ¿Qué pasa con el aprendizaje de una organización, por otro lado? ¿Es un fenómeno real, o solamente un término de marketing para hablar de mejores maneras de gestionar una organización? Igualmente, ¿qué pasa con el valor (en cuanto a validez) de lo que aprendo? Pareciera que las teorías tratan de explicar los mecanismos, pero no me ayudan a discernir la realidad de la ficción (como diría Stephen).

Para volver al inicio, pienso que una teoría es útil en la medida en que nos permita entender mejor el mundo. Y si estamos hablando de teorías de aprendizaje, estas deberían tener una relación directa con mi propia experiencia como aprendiz, y dar cuenta de esos procesos. Si no lo hacen, no son teorías en el sentido estricto, sino meras hipótesis que requieren verificación y validación. Me pregunto si, en el mismo espíritu de la física, tendría alguna utilidad contar con una "teoría unificada del aprendizaje", que le de un sentido más grande a las comprensiones que tenemos en la actualidad.

Me pregunto cuántos de quienes trabajamos en diseño instruccional, e-learning, educación, etc., nos hemos preguntado cómo aprendemos, y qué relación tiene eso con las teorías de aprendizaje existentes. Me pregunto por qué en muchos casos seguimos pensando que esas teorías aplican solamente para nuestros estudiantes y para sus "ambientes de aprendizaje", mientras seguimos a la espera de la siguiente zanahoria o del siguiente garrote (estímulos) para tomar el siguiente curso, de dudoso impacto sobre nuestra práctica (comportamiento). ¿Será esta una posible causa de nuestra dificultad de reconocernos como aprendices?

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Sobre el autor

Soy Diego Leal . Mi propósito es ayudar a individuos y organizaciones educativas a descubrir un sentido de posibilidad frente al futuro, por medio de experiencias de aprendizaje innovadoras y memorables. Me sorprende lo poco que sabemos y lo mucho que creemos saber.




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