Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre emergencia. Si tal vez usted está leyendo estos fragmentos y está quedando con dudas abiertas, puede publicarlas en dónde quiera e incluir en los comentarios el enlace a sus apreciaciones. Para mi, al menos, está siendo un ejercicio de aprendizaje muy interesante el abordar el documento fragmento por fragmento.
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Una introducción al Conocimiento Conectivo
por Stephen Downes
c. Emergencia
La emergencia es un concepto difícil, pero a este punto puedo abordarlo con una caracterización simple: la emergencia es la interpretación aplicada a las conexiones.
Hay dos formas (igualmente válidas) de pensar acerca de esto:
En primer lugar, podemos percibir un conjunto real de conexiones que encadenan a un grupo de entidades como un todo diferenciado. Por ejemplo, cuando cae una ficha de dominó contra otra y así sucesivamente, y observamos esto desde la distancia, podemos ver lo que parece ser una ola que se mueve a través de las fichas. La ola que se observa puede ser llamada un “fenómeno emergente” – no es una propiedad de las piezas de dominó en sí mismas, o incluso de la caída de las fichas, sino de la conectividad [1] de la caída: debido a que una ficha de dominó hace que la siguiente caiga, podemos ver una ola.
En segundo lugar, podemos percibir algo como un todo diferenciado e interpretarlo como un conjunto de conexiones. Por ejemplo, cuando vemos la imagen de Richard Nixon en la televisión no percibimos los píxeles individuales sino, más bien, la imagen de una persona. Pero nuestra inferencia va más allá de simplemente la observación de la persona. Si se nos pregunta, podríamos decir que las apariencias de los píxeles están conectadas entre sí a través del mecanismo de tener un origen común (el propio Richard Nixon) y el mecanismo de transmisión de video.
La emergencia es fundamentalmente el resultado de la interpretación. Como les gusta argumentar a los místicos (y a Spinoza), todo está conectado. En un cierto punto, como dice el viejo refrán, cuando una mariposa bate sus alas en China el resultado es una tormenta en Halifax. Pero las emisoras de Halifax no observan mariposas en China con el fin de predecir el clima, porque esta conexión no será de ninguna utilidad para ellos. Por lo general, observarán eventos un poco más intermedios, en sí mismos propiedades emergentes, tales como las ondas de aire que se mueven a través de la atmósfera (conocidas localmente como “frentes fríos”).
De la misma manera, la observación de conjuntos de conexiones entre entidades depende en gran medida de lo que ya creemos. Es por eso que vemos cisnes en las nubes o caras en Marte cuando, de manera manifiesta no los hay. Hemos traído nuestro conocimiento previo de las entidades relacionadas como base de nuestras interpretaciones de estos fenómenos. Como diría Hume, nuestra “percepción” de una relación causal entre dos eventos es más una cuestión de “hábito y costumbre” que de observación [6].
Notas y referencias
[1] Connectedness en el original (N. del T.)
[6] David Hume. 1999. An Enquiry Concerning Human Understanding. Tom L. Beauchamp, ed. Oxford.
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Evidentemente, habría mucho más que decir respecto a la emergencia, y se ha dicho de manera recurrente en áreas como la complejidad y los sistemas complejos adaptativos. En términos sencillos, cuando se dice que “el todo es más que la suma de las partes”, aquellas cosas observables en el todo que no están en las partes son, justamente, los fenómenos emergentes ocasionados por la interacción entre las partes.
Esto se ve a lo largo y ancho de la naturaleza. Por ejemplo, las reacciones agresivas de bacterias que en cantidades pequeñas son inofensivas es un fenómeno emergente (como lo explica, por ejemplo, la charla TED de Bonnie Bassler). Lo mismo algunos tipos de bioluminiscencia, o un panal de abejas, o nuestras ciudades, o un sistema como Internet. Algo interesante de la emergencia es que, a partir de reglas y componentes simples, pueden surgir fenómenos muy complejos (como lo ilustra George Whitesides en otra charla TED).
Pensando en el cerebro, por ejemplo, tome una neurona aislada. No hace mucho. Luego tome billones de ellas conectadas entre sí. ¿Qué resulta? Tal vez uno podría decir que el fenómeno emergente, en este caso, es la conciencia (y si así fuese, uno podría preguntarse si el alma existe o no). Siguiendo esta lógica y poniéndonos aún más especulativos, ¿qué pasa cuando usted pone juntas muchas conciencias humanas? ¿el inconsciente colectivo al cual se refiere la psicología junguiana? ¿una realidad que excede al individuo y que tal vez no puede ser percibida por él (así como una bacteria no percibe la bioluminiscencia que genera como fenómeno emergente)? Curiosas posibilidades…
Pero estoy divagando. Para el caso del documento de Stephen, lo importante es que la emergencia depende del reconocimiento de un conjunto de conexiones y de la interpretación que se hace de él. Lo cual genera un problema interesante, pues si el sujeto no consigue interpretar el fenómeno emergente o no cuenta con los mecanismos que le permitan reconocerlo, este podría tornarse invisible. Si la interacción de los elementos produce emergencia, imaginemos qué ocurre para el caso de los colectivos humanos cuando, por ejemplo, nos referimos a iniciativas de uso de tecnología en el aula (incluyendo las de tipo 1:1). ¿Habrá fenómenos emergentes (producto de nuevas interacciones) que no conseguimos ver? ¿Cómo estar atentos a ellos? ¿Cómo reconocerlos? ¿Los mecanismos de reconocimiento/valoración son los adecuados? Sugata Mitra (entre otros) se refiere el aprendizaje como un fenómeno emergente y a la educación como un sistema complejo auto-organizado. Si así es, los instrumentos de reconocimiento y valoración del aprendizaje (del fenómeno emergente) se vuelven cruciales (digo yo). Se torna necesario reflexionar acerca de qué entendemos por aprendizaje.
Como nota interesante y relacionada con el segmento anterior del documento, el reconocimiento de patrones (para ponerlo en términos cercanos a la Gestalt) depende en parte de nuestro conocimiento y expectativas previos. Una vez más, estamos a merced de los vicios perceptuales e interpretativos que se encuentran instalados en nuestro cerebro, y sobre los que pensamos muy poco. De la misma forma en que estamos entrenados para ver caras (y otras cosas curiosas, como lo muestra Michael Shermer), estamos acostumbrados a esperar ciertos resultados (ciertos patrones). Queda abierta la pregunta de cómo ‘abrir’ la percepción (¿o la interpretación?) a patrones nuevos o, en otras palabras, qué significa y cómo se produce el aprendizaje desde esta perspectiva de emergencia y conexiones.
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Si aceptamos que el conocimiento es un fenómeno emergente, ¿cuál es el papel de un aprendiz ante algo que no controla, que no puede pensar en su totalidad y que depende de tantos factores que ni siquiera puede enumerarlos a todos? Es decir, ¿de qué forma los patrones emergentes se transforman en aprendizaje para una persona? Esta es la pregunta que siempre me queda por responder.
En otra parte encontré una idea que relaciona emergencia, aprendizaje y aprendiz. Esta idea afirma que los aprendices pueden establecer patrones gracias a su capacidad probabiliística de detectar frecuencia, relevancia y figuras en los datos que procesa. El establecimiento de estos patrones sería el aprendizaje. Debemos aceptar que los seres humanos tienen esa capacidad cognitiva de “percibir” la emergencia. Esto abre otra serie de preguntas: ¿de qué naturaleza es esa capacidad? ¿se puede intervenir en esa capacidad para, por ejemplo, mejorarla, activarla, entrenarla…? ¿esa capacidad sería algo comparable a una “competencia” (competence) o una “habilidad”?
Hola Daniel,
No me atrevo a responder antes de seguir adelante con la traducción y entender mejor lo que Stephen propone. 🙂
Ahora, no estoy seguro de que el conocimiento sea el fenómeno emergente, sino el aprendizaje. Supongo que los patrones emergentes se vuelven aprendizaje cuando se tornan conscientes (aunque más tarde con la experiencia puedan tornarse automáticos).
El lenguaje aquí es algo enredado, por lo que me estoy tomando tiempo para tratar de dar un sentido ‘adecuado’ a la traducción (y puedo volverme un tanto latoso 🙂 ). Hasta donde he visto, se trata más de *reconocer* patrones que de *establecerlos*. El reconocimento tiene que ver con la prominencia de un patrón (basada en su frecuencia -alta o única-), pero también con la capacidad de percibirlo/reconocerlo (y aquí entra en juego ese postulado del conectivismo de la existencia de un isomorfismo entre la red externa y la red neuronal interna, que hace que estén en permanente cambio desde el punto de vista perceptual). En principio, me atrevería a decir que el cerebro humano está entrenado para reconocer patrones por razones evolutivas. El por qué, sin duda, es una pregunta abierta (recuerdo lo que menciona Daniel Everett acerca de la recursión como algo que excede al lenguaje y que hace parte intrínseca de los mecanismos de operación de muchos animales, por ejemplo).
A priori, yo especularía que esa capacidad de reconocimiento puede entrenarse (así como lo hacemos con tantos otros rasgos que tenemos desde el nacimiento pero podemos afinar a lo largo de la vida). El cómo es también un asunto abierto. Y bien puede ser que no se trate sólo del desarrollo de la habilidad de reconocimiento en sí misma, sino de la dieta cognitiva a la que se encuentra expuesto el individuo (como lo pondría Alejandro Piscitelli). Lo que quiero decir con esto es que la capacidad de reconocimiento puede estar muy desarrollada frente a un tipo específico de patrones (¿áreas?) y no a otros.
En cualquier caso, me queda la duda de si parte de esa capacidad de reconocimiento, por ejemplo, es lo que llamamos ‘razonamiento abstracto’ o ‘lógico-matemático’. Si así fuese, hay cantidades de instrumentos de medición disponibles (si se trata de mejorar la capacidad a partir de un diagnóstico inicial).
Vamos a ver si el documento da algunas luces al respecto. 🙂
Gracias por comentar!
Diego,
tienes toda la razón en las puntualizaciones que has hecho a mi comentario y me quedó con dos cosas importantes. La primera que no hay que confundir conocimiento con aprendizaje. Yo hablaba de que el conocimiento es un fenómeno emergente pero me refería al aprendizaje. La segunda es el mal uso que hago de “establecer” referido a patrones. No se debe usar esta expresión porque establecer implica una intencionalidad, una premeditación y una capacidad de control que no está en “percibir”.
Esto demuestra que apenas tengo un conocimiento superficial del tema y lo importante que es ser riguroso si queremos llegar a alguna parte. Tú hablas de la influencia del lenguaje, pero yo creo que es más bien el uso de una terminología teórica que hay que conocer y usar correctamente. Obviamente esto afecta a la traducción
Pienso que, justamente, uno de los retos que hay aquí es lograr identificar esas intencionalidades y supuestos que suelen estar en nuestro lenguaje cotidiano. Como decía en algún momento, tal vez es un poco latoso, pero encuentro que al contar con esa claridad, se hace más fácil encontrar, posteriormente, metáforas que permitan comunicar las ideas a otras personas.
Ahora bien, no se si tan sólo el lenguaje demuestra (o no) un conocimiento superficial de un tema. No te des tan duro. 🙂
Un saludo!
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