*cracia

Usualmente no escribo sobre estos temas, pero tengo en cola unos cuantos enlaces que me encontré hace algunos días, y una conversación reciente, así como toda la discusión que ha despertado el asunto de las pirámides en Colombia, me ha llevado a querer poner en "escala de grises" (no en blanco y negro) algunas ideas sobre cómo funciona nuestro gobierno.

Hace un par de semanas, TED publicó una corta charla (con una edición un tanto extraña, vale la pena decirlo) de Lee Smolin, un investigador del Perimeter Institute for Theoretical Physics.

El argumento central de Smolin es que es posible establecer un paralelo entre la evolución de las explicaciones cosmológicas (espacio y tiempo) y nuestros conceptos de sociedad (que se reflejan a su vez en las formas de gobierno predominantes para un período histórico determinado). No es claro si existe una causalidad entre los dos fenómenos, o si existen componentes adicionales que incidan, pero a grandes rasgos la idea es que hay tres etapas de evolución (tomadas de la presentación de Smolin):

Universo jerárquico
Todas las propiedades se definen con respecto a una jerarquía.
El observador/Dios se encuentra en un sitio perfecto, por fuera del universo.
Cosmología aristotélicaSociedad Medieval
Universo "liberal" Newtoniano
Las propiedades (derechos) están definidas con respecto a un trasfondo eterno y absoluto de espacio y tiempo.
Todos los átomos son iguales, todos tienen propiedades (derechos) independientes de las relaciones con otros.
El observador onmisciente,"Dios", está fuera del universo
Física NewtonianaPolítica liberal y teoría legal
El universo relacional/pluralista
El universo no es sino una red de relaciones en continua evolución.
Todas las propiedades son acerca de relaciones entre subsistemas.
No hay un observador ni una vista desde fuera del universo, sólo observadores internos con miradas parciales.
Relatividad general.
Teoría cuántica
Estudios legales críticos

El asunto es que, según Smolin, si no existe la posiblidad de tener una mirada del universo desde "afuera", deja de existir la noción de un creador eterno y absoluto, que pueda "imponer orden". De igual manera, el orden no puede ser explicado mediante leyes eternas. Por eso, en un universo relacional, el orden y la complejidad deben explicarse mediante procesos de auto-organización.

Por otro lado, Smolin indica que "Darwin enseña que hay procesos de auto-organización suficientes para explicar la complejidad que observamos" y que "la selección natural actúa sólo en propiedades relacionales" (por ejemplo, tal especie/individuo es más "apta" que tal otra), y luego plantea cómo la democracia se relaciona con estas ideas:

La democracia, vista desde esta persepectiva, es un proceso de evolución continua por el cual los humanos actuamos para orgnizar nuestras redes de relaciones que están en continuo desarrollo.

Smolin propone que la ciencia moderna funciona de la misma forma que la democracia:

Tanto los procesos científicos como los democráticos requieren un razonamiento a partir de evidencia compartida pero incompleta, hacia un consenso limitado pero en constante expansión.

Smolin sugiere también que la ciencia "funciona porque los científicos son miembros de comunidades éticas".

Ahora, todo esto es muy interesante, pero por momentos lo percibo como bastante "romántico". Me pregunto hasta qué punto los procesos democráticos son razonados, por ejemplo, y hasta qué punto se apoyan en la evidencia. Pienso que Smolin está ignorando por completo otras fuerzas (como las económicas o políticas, por ejemplo) que determinan en gran medida cómo funcionan nuestras democracias.

Hace algunos días, conversando con un par de buenas amigas, una de ellas opinaba lo siguiente: El sistema de gobierno más razonable es la aristocracia. Claramente, esta es una opinión controversial,y lo es debido al imaginario más fuerte que tenemos sobre lo que significa "aristocracia", el cual está asociado al período medieval. Por defecto, asociamos "aristocracia" con "nobleza" (entendiendo nobleza como la calidad de "noble", basada en títulos nobiliarios hereditarios).

No obstante, en su concepción etimológica griega, aristokratia significa 'el gobierno de los mejores'. Por supuesto, es indispensable imaginar qué significa ser "mejor" en este contexto. Pero, si seguimos el camino de Smolin, parecería que el "mejor", tendría que serlo en un sentido darwiniano. El problema es que tal sentido es claramente reduccionista, pues el impulso de supervivencia (pasar los genes a la próxima generación) que mueve a la evolución puede ser omitido para satisfacer otras necesidades inherentes a los seres humanos. En realidad, la noción de "mejor" está asociada a momentos históricos y culturales determinados.

Ahora, por su parte, democracia significa "el gobierno de la mayoría". Y no es nada difícil hallar ejemplos en los cuales una mayoría puede no sólo estar equivocada, sino ser abiertamente arbitraria. Además, la mayoría puede no incluir necesariamente a los "mejores".

Pero, si observamos a la generalidad de las personas que nos han gobernado (y no me estoy refiriendo exclusivamente al actual gobierno) parecería que en realidad estamos en una plutocracia, en donde el concepto de "mejor" está asociado al poder económico. El asunto podría ser peor, pues en la medida en que los valores estéticos cobran predominancia, podríamos terminar gobernados excluisivamente por quienes "se ven bien". Aún no estamos allí, pero el impacto de la cultura audiovisual (como argumenta Neil Postman) nos ha condicionado poco a poco a no escuchar solamente el mensaje, sino a prestar especial cuidado a cómo se ve quién lo transmite.

Una reciente decisión del Congreso parece haber afectado la contratación de empleados públicos por méritos (algo que hemos dado en llamar meritocracia), y en los periódicos se encuentran reacciones airadas de muchas personas que siguieron los procesos de selección basado en méritos que estaban siendo promovidos. Lo que llama mi atención es la forma en la cual se usa la palabra meritocracia, pues más allá de un asunto laboral, significa "gobierno de aquellos que merecen gobernar". Y otra vez el mismo asunto: qué significa "merecer"?

Al final, estoy en desacuerdo con Smolin cuando expresa su idea de democracia, pues un "gobierno de la mayoría" siempre será susceptible de los mecanismos psicológicos que afectan a las mayorías (comportamiento de manada, aversión a la pérdida, etc.).

Lo cual me lleva a preguntarme si lo que prefiero es que no exista un gobierno. Y claramente la respuesta no es esa tampoco, pues a pesar de todas sus limitaciones y equivocaciones, es la existencia de una estructura estatal la que me permite trabajar en lo que quiero y dedicarme a pensar en cosas que van más allá de la mera supervivencia. La inexistencia de un Estado (una de las ideas asociadaa con la anarquía), lejos de llevarnos a un estado ideal de libertad absoluta sin implicaciones de desorden, convertiría a buena parte (si no la mayoría de la población) en carne de cañón para el abuso continuado por parte de aquellos com mayor poder.

Pero, um, en dónde estamos entonces? Es fácil identificar en nuestro sistema actual (que se supone no es anárquico) a grupos poblacionales que son precisamente "carne de cañon" de grupos con poder. Comunidades desplazadas por violencia, familias enteras que son rehenes de sistemas bancarios (y que a veces terminan buscando dinero fácil, así sea en una pirámide). Es la misión del Estado entonces "proteger" a los "desprotegidos"?

Una pregunta como esa implica identificar quiénes son "desprotegidos", y acordar entre toda una sociedad los mecanismos para "protegerlos", lo que da para otra discusión aún más compleja, sobre todo en un país con las condiciones que tiene Colombia.

La lección personal en la que quisiera enfocarme es en que la democracia, como la conocemos actualmente, no está representando en realidad los intereses de los ciudadanos. No estamos en un sistema de gobierno de la mayoría (y tampoco lo estaríamos si fuéramos un país comunista, para poner un extremo). Y nunca lo vamos a estar, mientras los contactos (las "palancas", que parecen ser nuestra versión del "social networking") sigan siendo la forma preferida de acceder a posiciones de gobierno. Tal vez así como elegimos presidentes y alcaldes, deberíamos elegir a otros servidores públicos. Una sistema con un alto nivel de transparencia ayudaría, posiblemente, a tener un gobierno conformado por personas con mayores méritos.

Pero tal nivel de transparencia depende en buena parte de acceso a información y de oluntad de participar de manera activa en este tipo de procesos. Las dos son condiciones que parecen ser bastante escasas en nuestro país.

Pero existen algunos ejemplos de iniciativas (no he buscado en español, pues estas me las encontré de manera fortuita) que buscan ayudarnos a repensar cómo la participación ciudadana puede tener un papel más directo en las decisiones de gobierno. Llevado al extremo, un país en el cual el ecosistema informativo y participativo funcionara de manera adecuada, no requeriría concejales, senadores e incluso presidentes, pues las decisiones serían tomadas de manera directa por la población.

Es claramente utópico, pero no deja de ser interesante explorar estas ideas:

En una conferencia en la que estuve en esta semana, un participante decía que estábamos "en un evento académico y no político". Que era necesario "dejar la política afuera y concentrarse en lo científico". Para mi, está empezando a resultar imposible hacer eso. Y me pregunto hasta qué punto tal perspectiva tiene mucha responsabilidad en la situación actual que vivimos.

Es imposible dejar afuera la política, pues con cada acción que hacemos, estamos representando una visión determinada del mundo. El problema es que a menudo no somos conscientes de cuál es.

Empiezo a entender por qué no escribo a menudo sobre estas cosas. En realidad es difícil hacerlo. :D

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Sobre el autor

Soy Diego Leal . Mi propósito es ayudar a individuos y organizaciones educativas a descubrir un sentido de posibilidad frente al futuro, por medio de experiencias de aprendizaje innovadoras y memorables. Me sorprende lo poco que sabemos y lo mucho que creemos saber.




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