Ciclovía: Seis años después…

Hoy, después de seis años (que bien podrían ser siete, pues no recuerdo con certeza), fue el día en el que volví a salir a la ciclovía de Bogotá.

Hace siete años, solía salir y recorrer todo el circuito de la ciclovía en la mañana. Pero de un momento a otro dejé de salir. Tal vez era que me sentía demasiado cansado del "trajín" de la semana, así que empecé a ver el domingo como el único día en el que podía dormir hasta tarde. Y poco a poco eso se extendió también al dia sábado... Y así, sin darme cuenta, dejé de frecuentar la ciclovía.

Así que mis recuerdos de cómo era la ciclovía en ese entonces me permitieron evidenciar hoy muchos cambios, algunos pequeños y otros no tan pequeños.

La semana pasada, por alguna razón, decidí poner a punto de nuevo mi bicicleta. Conseguí un repuesto que necesitaba, ajusté frenos y uno que otro tornillo. Salí a dar una vuelta para probar que hubiera quedado bien, e hice un pequeño recorrido sin alejarme mucho de la zona de Salitre. Pero ese recorrido no cuenta.

Hoy hice, en una hora y cuarenta minutos, un recorrido de ida y regreso desde la avenida El Dorado con Av. 68 hasta la 85 con séptima. Si quiere ver el recorrido, haga click aquí (resaltado en azul). No fue mucho, pero luego de casi siete años de inactividad, me siento bastante orgulloso. :))

Algunos cambios que observé, después de todo este tiempo:

  • En el 2000, uno podía subir los puentes en bicicleta. Lo mejor de ello (y lo que creo que ocasionaba accidentes) era la bajada de los puentes, por la velocidad que se podía ganar. En el 2007, hay policías bachilleres que controlan que todo el mundo descienda de su bicicleta al llegar al puente y lo atraviese caminando. Si esto reduce accidentes, bien por ello.
  • En el 2000, se encontraban en todas partes vendedores ambulantes y reparación de bicicletas. En el 2007, también, pero ahora los vendedores están agrupados en algo como "estaciones de servicio" y cada uno tiene un módulo provisto por la alcaldía, que ayuda a identificarlos de manera efectiva. Esto es una verdadera ganancia.
  • En el 2000, el circuito por la avenida Boyacá empataba con el de la avenida Pepe Sierra, de modo que se podía dar la vuelta a la ciudad por esa zona. Actualmente, el tramo de la avenida 80 hasta la Pepe Sierra por la Boyacá está cerrado, sin noticia de cuándo será abierto de nuevo. Mal por esto.
  • En el 2000, al llegar a la carrera séptima por la calle 26, la vía tenía doble sentido, lo cual no sólo ocasionaba congestión sino accidentalidad. Ahora (pequeño cambio) el sentido occidente-oriente es sólo de subida, y se usa como bajada la salida de automóviles de la séptima hacia el oriente. MUY sensato.
  • En el 2000, muchas personas salían a la ciclovía. En el 2007, MUCHISIMAS personas salen a la ciclovia. Lo cual es fabuloso.
  • En el 2000, casi nadie tenía celular, y mucho menos en la ciclovía. En el 2007, es normal ver a muchas personas andando en bicicleta y hablando por celular al tiempo. Cómo cambia el mundo!

Se me ocurría hoy que puede ser simpático hacer un recorrido con cámara en mano, registrando cosas que hace siete años no siquiera eran visibles. De pronto lo hago más adelante.

Algo curioso es que un espacio como la ciclovía, que es natural para nosotros, resulta fascinante para muchos extranjeros. Cuando Stephen estuvo aquí el año pasado, aprovechó el día domingo para salir y recorrer parte de la ciclovía en los alrededores de su hotel. Ese recorrido quedó registrado, junto a su percepción de nuestra ciudad, en un video disponible en Google Video:

Me gusta haber regresado a la ciclovía. Tengo toda la intención de redescubrirla (y disfrutarla) una vez más. Lo cierto es que encuentro que ha mejorado muchísimo. Hay mucho más orden (aún a costa de la velocidad... :>> ), lo cual es un gran logro del IDRD. Bien por la ciclovía. Bien por Bogotá.


Sobre el autor

Soy Diego Leal . Mi propósito es ayudar a individuos y organizaciones educativas a descubrir un sentido de posibilidad frente al futuro, por medio de experiencias de aprendizaje innovadoras y memorables. Me sorprende lo poco que sabemos y lo mucho que creemos saber.




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